miércoles, 25 de septiembre de 2013

Critica Wise Up Ghost por Kepa Arbizu.



“Wise Up Ghost and Other Songs” de Elvis Costello and The Roots. Entendimiento intergeneracional



Por Kepa Arbizu.

La carrera de Elvis Costello ha transitado entre todo tipo de registros y estilos. Ha pasado por el soul, el jazz, el rock americano, el power-pop e incluso la música clásica. Una determinación de la que sólo unos pocos elegidos pueden salir indemnes, y el inglés lo ha hecho a base de calidad y por medio de una sobrada capacidad para darle un resultado muy satisfactoria a todas esas inquietudes. Ahora llega un nuevo capítulo, esta vez por medio de un álbum que se acerca a los sonidos del hip-hop, en esta ocasión surgido de la colaboración con el grupo The Roots.

Una banda ésta que tiene algunas peculiaridades, además de su gusto más que demostrado a lo largo de los años de buscar la interacción con otros artistas, como un estilo ampliamente influenciado por los ritmos negros clásicos y un desarrollo de estos mismos mayormente por medio de instrumentos clásicos. Elementos que seguramente han influido de alguna manera en la buena conexión entre todos ellos.

La unión que ha dado como conclusión este “Wise Up Ghost and Other Songs” nació en el programa televisivo de Jimmy Fallon, en el que como han dicho los propios implicados surgió el amor a primera vista. Algo que desde luego es fácil de adivinar viendo el pleno entendimiento que se transmite a lo largo del disco. Y es que no es de extrañar que Costello se sienta cómodo en ritmos repletos de “groove”, incluso a la hora de interpretarlos, ya que algunos de sus fraseos a lo largo de sus muchas composiciones no han estado exentos de cierta cadencia cercana al “rapeo”.

Un factor que es importante en este trabajo, y resulta llamativo, son unas letras crudas y crípticas dispuestas a representar las tinieblas cotidianas de la sociedad. Otro elemento curioso, referente a este mismo aspecto, que hay que mencionar es la utilización de una suerte de “patchwork” formado a base de versos nuevos junto a otros extraídos de canciones pertenecientes al repertorio de Costello. Así veremos asomar partes reconocibles de “Bedlam”, “Invasion Hit Parade”, “Pills and Soap” o “She’s Pulling Out the Pin”.

A pesar de lo expresado hasta ahora es lógico que todavía puedan asaltar ciertas dudas respecto a la mezcla que implica este proyecto, a pesar de lo solvente que se ha mostrado el inglés en diferentes registros. La única manera de dilucidarlas es hacer sonar el disco, y ya desde su primer momento nos encontramos con “Walk Us Uptown”, construido bajo una melodía de contundente percusión y ambiente envolvente, una densidad sonora que hace de perfecta banda sonora para una canción que transmite esa espesura de las grandes ciudades. Junto a todo ello, de manera algo escondida pero a la vez muy presente, aparece la voz de Costello y sus reconocibles melodías. Siguiendo con las composiciones que optan por el camino más movido está “Refuse to Be Saved”, con un tono funky y arrogante apoyado en un juguetón sonido de teclados, donde el cantante se desenvuelve con total soltura. Continuando en esa misma tónica aparece “Come the Meantimes”, una de las que más se acerca a lo que podríamos llamar el estilo “old school”.

La manera en la que el álbum optará por construir melodías más oscuras y densas es variada y con formas distintas. En “Sugar Won’t Work”, por ejemplo, nos podemos encontrar con esos estribillos marca de la casa, con ese deje romántico y épico pero en un contexto musical contundente, con un papel destacable de la guitarra que nos retrotrae a los sonidos clásicos de Steve Cropper. “Wake Me Up” o “Stick Out Your Tongue”, sin embargo, volverán a recuperar el sonido más “hiphopero” y urbano. “Viceroy’s Row” se acerca a unos postulados más jazzísticos, difuminados evidentemente en la forma particular de The Roots. Un tono elegante que se mantiene en “Wise Up Ghost”, bajo un entorno musical más tenso que parece estar siempre próximo a la explosión. Si en “Tripwire” ya hay una casi total retirada del “sello” de la banda, dejando a Costello desarrollar sus habituales tiempos lentos melancólicos, “If I Could Believe” y su piano parecen extraídos directamente de “North”.

No creo que haya ninguna duda en que la música negra ha tenido un peso esencial en la carrera de Elvis Costello, ya sea como influencia menos visible o de una manera mucho más evidente. La cuestión que había que discernir en la colaboración entre él y el grupo The Roots era cómo se adaptaban épocas y maneras diferentes de afrontarla y representarla. Visto el desenlace de “Wise Up Ghost and Other Songs” esa diferencia generacional queda evitada por la capacidad de todos los implicados en sumergirse en el espíritu del otro y ser capaces de crear un disco notable, sorprendente y reconocible según el perfil de sus intervinientes a partes iguales, que, sobre todo, puede incrustarse sin problema en la carrera del mítico músico inglés, lo que a todas luces es un gran resultado.

martes, 24 de septiembre de 2013

Efeeme entrevista a Costello por Wise Up Ghost & Other Songs.

Efeeme entrevista a Elvis con motivo del nuevo album. Publicamos la entrevista y el link a la revista. Agradecer a Efe Eme la atención y devoción que siempre han demostrado con la obra de Costello. Por cierto, documento muy interesante, como siempre.

Proximamente, haremos nuestra critica del nuevo album.


Elvis Costello se ha unido al grupo de hip hop The Roots para dar forma a “Wise up ghosts & other songs”, un disco sorprendente que supone otro más en la trayectoria de este creador inagotable y de conocimientos musicales enciclopédicos. Carlos Pérez de Ziriza ha charlado con él.

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

“Wise up ghosts & other songs” (Universal) es el resultado de una relación especialmente fructífera, por muy discordante que pudiera parecer en un principio: la del siempre inagotable Elvis Costello junto a la histórica banda de hip hop The Roots. Producido por Steven Mandel (habitual del grupo de Filadelfia) y compuesto entre Questlove (su alma mater) y Costello, lo que deparan sus doce canciones es fruto del encuentro (gestado hace cuatro años en el programa televisivo de Jimmy Fallon, en EE.UU.) entre dos enormes talentos que, alejados geográfica y estilísticamente, están sin embargo unidos por su desafío a las limitaciones sonoras de cualquier clase. Y cuando esas premisas se dan, es difícil que el resultado no cuaje. El álbum comenzó a gestarse casi por casualidad, a partir de la reelaboración de material añejo que el propio Costello quería llevar a cabo desde una perspectiva imbuida de negritud. Y el resultado no es solo un intrigante reflejo sonoro de un mundo azotado por las artimañas al servicio de la violencia de Estado, por la amenaza de las armas químicas y por las revueltas ciudadanas (porque algunos de esos temas tienen reflejo en sus letras): es también lo más excitante que se ha publicado con la firma del compositor británico en mucho tiempo. Un exuberante alegato sonoro que podríamos cifrar entre el hip hop mutante, el funk satinado y el neo soul espurio, tan inquietante como seductor. El propio Declan McManus nos lo explica desde Nueva York, con todo lujo de detalle, al otro lado del teléfono.

En el texto promocional del álbum, Questlove define vuestra relación como un “amor a primera vista”. ¿Fue realmente así?
Sí, se puede decir que fue así, aunque el proceso fue un poco más largo. Tras pasar por allí para ser entrevistado, en el “Late night with Jimmy Fallon”, donde ellos tocaban como banda cada noche, empecé a hacer cosas para ellos. La idea inicial era hacer alguna canción de mi catálogo propio que adoptase su perspectiva como banda de directo. Había un arreglo en ‘High fidelity’ [de "Get happy", 1980], de hecho, en el que yo no había pensado en treinta años, y encajó tan bien lo que ellos hicieron que me encantó. La llevaron a su terreno. Durante los siguientes dos años tuve la oportunidad de volver allí para presentar las canciones de “National ransom” [2010], o cuando el propio Springsteen sacó su disco, porque me invitaron a participar en una semana en la que solo se interpretaban canciones de Bruce. Tocamos ‘Brilliant disguise’ pero de una forma muy poco convencional, como una banda que podría salir de 1955, así que creo que todo nos condujo a esto. Eso y que los dos necesitábamos hacer este disco. Y comenzarlo por piezas ya compuestas anteriormente, como el ejercicio de revisitar ‘Pills and soap’ [de "Punch the clock", 1983]. Quería llevarme esa letra aparte, a otro sitio, y hacer un collage con diferentes piezas de mi catálogo. Y hacer algo que tuviera sentido para los tiempos que vivimos. Muy rápidamente pasamos de eso a crear nuevas canciones.

Por lo que cuentas, deduzco que ‘Stick out your tongue’ (que introduce fraseos de ‘Pills & soap’) fue la primera en gestarse…
Fue la primera en ser compuesta de esta forma. En lugar de ser tocada con el piano, fue parcialmente tocada con el piano eléctrico y con una sección de viento. Hay una parte del estribillo que proviene de ‘“National ransom’, y hay una estrofa que está extraída de ‘Pills and soap’. También hay algo de ‘Hurry down doomsday (The bugs are takin’ over)’ [de "Mighty like a rose", de 1991]. Hay veces que retomas tus ideas en un contexto diferente, y lo que yo he hecho aquí es interpretar esas letras en un contexto distinto. Si estás muy obsesionado con los originales, te será muy difícil escuchar la nueva estructura. Pero no soy tan arrogante como para pensar que todo el mundo ha escuchado ‘Hurry down doomsday’ o ‘National ransom”’. ‘Pills and soap’ es algo más conocida, pero francamente, podrías coger su letra y nadie sabría de qué estás hablando. Me sentía emocionalmente fuerte para exponer este punto de vista, marcado por esas tres estrofas combinadas con esta música, creada ex profeso para enmarcarlas. Solo hay cuatro canciones en el disco que compartan este método, el resto nacen de ensayos juntos, de la respuesta que me inspiraban los samples y sonidos que Steve [Mandel, el productor] creaba. Hay veces en que simplemente cogía la guitarra acústica y pensaba: “hey, así es como va a ir la canción”. Unos golpes de batería y algo de wah wah en las guitarras, pero construyendo sobre ellos. ‘Cinco minutos con vos’, por ejemplo, empieza con solo un beat y lo primero que se oye es una melodía de viento que yo escribí, y que ellos tocaron extraordinariamente, y luego entra la maravillosa línea vocal de Marisoul [vocalista del grupo angelino La Santa Cecilia], en español “argentino”. Me interesa particularmente centrarme en esta canción, porque cuenta la historia personal de una chica esperando en Montevideo a que su padre, perseguido por la dictadura argentina, llegue hasta allí. Desafortunadamente, él nunca consigue llegar, porque es lanzado desde un avión al mar por los militares. Francamente, no sé cómo puede vivirse una experiencia así, pero sí sé que hoy en día hay gente que está siendo interrogada, supuestamente por nuestra seguridad, y se están perpetrando cosas despreciables en nuestro nombre de las que nadie está siendo responsable, y nadie está pagando por esos actos. Puede que la gente en Argentina encuentre extraño que cuente ahora esta pequeña historia, treinta años después, pese a ser hechos que están plenamente documentados y probados, pero lo cierto es que no puedo separar este trabajo con de The Roots de otras cosas que han ocurrido últimamente en mi vida: recientemente fue el treinta aniversario de ‘Shipbuilding’ [de 1983, incluida en "Punch the clock"], compuesta como respuesta a la guerra de las Malvinas, y sobre la que mucha gente aún me pregunta. Y yo quería hacer esto precisamente ahora, que no es una canción panfletaria, tan solo una pequeña historia sobre una tragedia familiar desde el otro punto de vista, el de la nación derrotada (y no la invasora), unos años antes. Pero todos tenemos un problema desde el momento en el que sabemos que hoy en día todavía se hacen esta clase de cosas en nuestro nombre, supuestamente en nuestra defensa.


“Si me preguntas cuál va a ser mi siguiente paso, estoy tan ocupado con esto que no puedo ver el futuro, de verdad. Si algo me ha enseñado la experiencia es que no puedes tener miedo de lo impredecible”

La exuberancia formal del álbum, plena de suntuosos arreglos de cuerda, recuerda mucho a los grandes álbumes de Curtis Mayfield e Isaac Hayes durante la primera mitad de los setenta. ¿Lo ves así?
Si alguien utiliza las palabras “Curtis” y “Mayfield” en la misma frase que mi propio nombre, no puedo más que ser humilde y tomármelo como un cumplido. Es uno de los grandes maestros. Y no es un descubrimiento para mí. Conozco el catálogo de The Impressions posiblemente mejor que ningún otro. Y nunca diré las suficientes veces la gran influencia que él ha supuesto en mi forma de escribir, desde el principio de mi carrera. O sus discos de madurez. Aunque cuando combinas a un batería como Questlove con esas brillantes orquestaciones, no puedes pensar solamente en una única influencia. Hay muchas cosas que, afortunadamente, suscitan esa combinación. Y una de ellas es Curtis Mayfield. Yo no puedo cantar como él, por supuesto, porque su voz era celestial, como la de Smokey Robinson, parecía que sus voces venían directamente del cielo. Pero canto a mi manera, aunque tome prestadas algunas cosas para hacer música, al igual que puedo decir que Questlove es un estupendo arreglista y orquestador por derecho propio. Si la gente lo ve como una aproximación a Curtis Mayfield, lo veo como un cumplido.

Especialmente a partir de los años noventa, has grabado infinidad de álbumes con figuras teóricamente alejadas de lo que podríamos entender como territorio pop o rock. Con The Brodsky Quartet, con Burt Bacharach, con Anne Sophie Von Otter, con Allen Toussaint y ahora con una banda de hip hop como The Roots. Por no hablar de los frecuentes devaneos estilísticos de tus propios álbumes, junto a The Atractions o más tarde a quienes conocemos como The Imposters. ¿Hay aún algún territorio inexplorado al que te gustaría aproximarte?
Bueno, si miras mi catálogo con detenimiento, te puedo decir que una de las primeras cosas que grabé fue mi versión de ‘My funny Valentine’ [el estándar de jazz de 1937], ya en 1978. En el 77 grabé ‘I just don’t know what to do with myself’, de Burt Bacharach. La música de Allen Toussaint es fundamental para entender el rock and roll, como música de Nueva Orleans que es, y en mi primer disco la banda que me acompañaba era una banda de country. Así que la única cosa que hacía que la gente me viera como alguien adscrito a la new wave o el punk era que me veían como un chico inglés con bandas americanas, cuyo sonido quizá yo endurecía un poco, pero… yo ya tenía una pedal steel mucho antes de grabar “Almost blue” (1981). Siempre me he sentido un poco tonto cuando la gente ensalza tanto esos cambios de estilo. Y respecto a este disco, no es algo inédito para mí el trabajar con un beat box, o ensamblar arreglos de la forma en que lo he hecho, que es muy similar a lo que hice ya en “Spike” (1989). El resultado aquí es que el groove es diferente. Ahora bien, si lo que me preguntas es cuál va a ser mi siguiente paso, estoy tan ocupado con esto que no puedo ver el futuro, de verdad. Si algo me ha enseñado la experiencia es que no puedes tener miedo de lo impredecible. Puede haber magia, o una aventura al girar la esquina. Pero no todo lo que haces en colaboración está pensado para tener una apreciación larga y universal, o para ser tocado en directo en las mejores condiciones. Hay veces que das algunos de tus mejores shows en sitios que tan solo visitas una noche, por ejemplo. Uno de los mejores directos que hice fue en una fábrica de armas abandonada de Alemania, con acompañamiento de trompeta y violín reinterpretando temas de toda mi carrera. Y no hay grabación de esa noche. Ocurrió así y fue precioso.

En todo caso, supongo que aún te sientes cómodo tocando tus temas más populares en el formato en el que fueron concebidos, como en tu reciente gira hispana del pasado julio. El concierto de San Sebastián, de hecho, se pudo ver unos días más tarde por nuestra televisión pública…
Sí, los últimos tres años han sido una experiencia fantástica para The Imposters, desgranando el contenido de “The returning of the spectacular spinning songbook” (2011), un gran vodevil que nos ha puesto en contacto de nuevo con canciones que teníamos arrinconadas. Hemos llegado a acumular más de ciento cincuenta al final de la gira, este verano. También conseguimos darle un tratamiento interesante a las canciones de “National ransom”, que yo creo que no habían llegado tanto a la gente como deberían, para que se convirtieran en parte destacada de los conciertos, como pasó en Barcelona o Madrid. El de San Sebastián para mí no fue tan disfrutable, ya que estábamos en un sitio con acceso gratis, en la misma playa, y es un ambiente diferente. Muy diferente a cuando toqué allí en la plaza de la Trinidad, hace tres años. En esta ocasión hubo problemas técnicos durante el primer tercio del show. Al final la cosa funcionó, pero para serte honesto no fue el concierto del que más satisfecho estoy. Barcelona y Madrid tuvieron un ambiente excepcional. Cuando vimos que teníamos tres fechas en España… bueno, o una en España, otra en Cataluña y otra en el País Vasco… [risas], teníamos miedo de que no hubiera nadie, porque cada día vemos en las noticias lo mal que la gente lo está pasando por motivos económicos, y aunque la afluencia de público en Barcelona y Madrid era menor que otros años, todo el mundo fue increíblemente entusiasta y agradecido. No me sentí en absoluto defraudado. Pero he de decirte que también lo pasamos muy bien tocando en un festival como Glastonbury, ante ochenta mil personas; aunque, obviamente, fue más gente a ver a los Rolling Stones que a nosotros. No tenemos miedo a los grandes escenarios, nos sentimos igual de cómodos ante dos mil que ante ochenta mil personas. Podemos tocar en el Círculo Artico o en Montecarlo, y The Imposters siempre están dispuestos al desafío. Y por eso tampoco hay razón por la que no podamos tocar algunas de las canciones de “Wise up ghost”, porque The Roots tienen la agenda demasiado ocupada ahora con su rol como banda del “Tonight show”, que tendrá más audiencia aún que el anterior programa de Jimmy Fallon [el equipo de Jimmy Fallon se desplaza próximamente Nueva York, para reemplazar a Jay Leno en su histórico show]. El lunes próximo, sin ir más lejos, tocamos en una bolera de Brooklyn [se refiere al Brooklyn Bowl], y tenemos más citas. Siempre que la gente quiera, claro.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Anecdotario Costello: Riot Act 1980.

La historia es archiconocida por todos los fans de Costello, pero en la revista on-line efeme se hacen eco de ella esta semana. Buen articulo que reproducimos aquí. 

http://www.efeeme.com/la-cara-oculta-de-las-canciones-riot-act-la-peor-resaca-de-elvis-costello/

A veces, el alcohol juega malas pasadas. Una inoportuna discusión de bar con Stephen Stills y Bonnie Bramlett, terminó con Elvis Costello en el punto de mira de la prensa y siendo acusado de racista. ‘Riot act’ sería el resultado de la peor resaca de Costello.





Después de una noche regada por el alcohol, Elvis Costello quedó destrozado. No era porque la boca le supiera a alcantarilla o porque todo diera vueltas alrededor de su cabeza. La resaca con la que Declan Patrick MacManus se levantó una mañana de marzo de 1979 no era una resaca normal y corriente. Era peor. De esas que pasan factura.



Con motivo de la presentación de su tercer álbum, el magnífico “Armed forces” (1979), Elvis Costello y su banda, los Attractions, se embarcaron en una gira por Estados Unidos. Después de uno de los conciertos, Costello y el bajista Bruce Thomas decidieron terminar la noche tomando algo en el bar del hotel Holiday Inn de Columbus, Ohio. Los ingleses no eran los únicos músicos que habían pensado en relajarse en ese bar, el destino hizo que allí coincidieran con Stephen Stills y su banda, quienes les invitaron a unirse a ellos. A medida que las copas empezaron a circular, lo que comenzó siendo una charla entre dos músicos anglosajones terminó siendo un enfrentamiento dialéctico con el alcohol como mediador. Un envalentonado Elvis Costello comenzó a insultar el carácter y las costumbres norteamericanas. “Déjanos en paz, solo hemos venido aquí por el dinero” o “nosotros somos los blancos originales, vosotros sois los colonizados”, fueron algunas de las perlas que salieron por la etílica boca del deslenguado Costello. Stills se calentó como una olla a presión y Bonnie Bramlett, que formaba parte del grupo, entró en el juego. Cuando la cantante le preguntó cuál era su opinión sobre James Brown, Elvis lo definió como un “culo negrata bailongo”, y cuando Bramlett repitió la jugada con Ray Charles, el inglés le espetó que “solo era un negro ciego e ignorante”. Lo que sucedió después se ha ido adornando según quién lo cuente. Independientemente de que Stephen Stills le pegara o no a un tipo con gafas, Eddie, el barman de origen japonés del hotel, quitó hierro a una pelea que con el paso del tiempo ha sido elevada a la categoría de mito: “Solo unos cuantos empujones, luego el grupo de Stills se dirigió a su autobús y los ingleses se retiraron a sus habitaciones”.

Algo que se podía haber quedado en la barra del bar como una riña entre borrachos enseguida saltó a los medios de comunicación estadounidenses. Bonnie Bramlett se encargó de ello. El hecho de que Elvis Costello se hubiera despachado hablando así del pueblo de Estados Unidos y, en especial, de su comunidad negra, lo convirtió rápidamente en el villano número uno de América. La prensa se posicionó en su contra y el inglés fue acusado de racista y xenófobo. De la noche a la mañana, Declan MacManus se había ganado toda la enemistad del país de las oportunidades y no le quedó más remedio que intentar defenderse y explicarse en una rueda de prensa en el edificio de la CBS. “Os estaréis preguntando por qué os he reunido aquí”, declaró con su habitual sorna, “tan solo quiero aclarar una cosa, no soy racista”. A continuación, se dispuso a explicar lo sucedido: “Bruce y yo estábamos en aquel bar después de nuestro concierto y habíamos bebido bastante. Estábamos borrachos pero no pasados, en ese estado en el que empiezas a reírte de todos. Bromeábamos con los del grupo de Stills y a medida que seguíamos privando, las bromas se hacían más pesadas e incisivas. Supongo que con la borrachera que tenía las cosas que les dije fueron exageradas. ¡Es normal! Pero ellos se lo tomaron en serio. La verdad es que les dije las cosas más ofensivas que pude, lo que sabía, dentro de mi lógica etílica, que les iba a cabrear más”.

Cuando le preguntaron por qué sus palabras estaban dedicadas a los negros, Costello recordó otros de los calificativos que se repartieron esa noche: “Lo que dije de Crosby, Stills, Nash y Young que son muy blanquitos los cuatro, no apareció por ningún lado, ni tampoco la opinión de Bonnie Bramlett de que todos los ingleses son unos jodidos piojosos y no se les levanta nunca. Estoy convencido de que todo el mundo en alguna ocasión ha llegado a esos extremos, a decir algo que no cree”.Y volvió a echarle la culpa al alcohol: “Si no hubiese estado borracho nunca habría dicho esas cosas, en circunstancias normales habría utilizado otras palabras, otra forma de atacarles. Ofender, como táctica, es un argumento muy sencillo”. Más adelante, el cantante lo explicaría de forma más grafica: “Si hubieran sido pintores, habría insultado a Toulouse-Lautrec”.

Uno de los músicos mencionados durante la trifulca, Ray Charles, se lo tomó con filosofía: “Lo que dice un borracho no debería salir publicado”. Pero a pesar de contar con el perdón de Charles y de que las intenciones de Costello fueran sinceras, Elvis no contentó ni convenció a nadie tras aquella rueda de prensa, algo que le dejaría huella durante su trayectoria: “Es horrible trabajar duro por algo durante un tiempo y descubrir que lo que la gente sabe de ti son mentiras e idioteces. El incidente de Columbus fue lo primero que mucha gente supo de mí y ha sido la cosa que más ha pesado en mi carrera. Es bastante deprimente”. Las consecuencias de su borrachera no tardarían en llegar: “Nuestros discos fueron retirados de las listas de reproducción de las radios. Nuestros conciertos, boicoteados, y recibí más de cien amenazas de muerte, por lo que tuve que necesitar guardaespaldas armados para el resto de los conciertos. Salí de Estados Unidos sin poder explicarme, para satisfacción de la histérica y encantada prensa liberal. La gente a la que supuestamente había insultado, Ray Charles y James Brown, tuvieron una visión más generosa de estos comentarios, atribuyéndolos a la idiotez de la ebriedad. No me imaginé que podría volver alguna vez, ni tampoco creo que me lo mereciera a pesar de que había un gran número de hipócritas entre la gente que buscaba hacer daño a raíz de este incidente. Nunca pude explicar del todo cómo salieron de mi boca semejantes palabras”.


Con la opinión pública en su contra, Costello era consciente de que su siguiente trabajo no sería recibido tan bien como le gustaría y la manera de exorcizar todo su malestar generado por el desafortunado suceso se llamó ‘Riot act’. Este tema fue el broche final de su cuarto álbum, “Get happy!!” (1980), un elepé de nada menos que veinte canciones, cuyos títulos aparecían desordenados en la cubierta. El cuatro trabajo del inglés bebía del soul y el rhythm and blues, es decir, de sonidos negros originarios de Estados Unidos. ¿Pretendía Elvis Costello ondear la bandera blanca para pedir una tregua? Así explicó la influencia de estos géneros: “Pudo ser tentador afirmar que tenía algún motivo noble para basar este álbum en la música que había admirado y aprendido antes de mis roces con aquel descrédito. Pero si estaba intentando mostrar respeto y enmendarlo, dudo de que el orgullo me hubiera permitido expresarlo después de haber llevado a cabo mi forzada explicación a aquel jurado de furiosos y mojigatos. Simplemente volví al trabajo y me fié de mi instinto, mi curiosidad y mis imperecederas pasiones musicales”.

En ‘Riot act’, la voz de Costello suena desgarrada, como la de la víctima de un verdugo a punto ser ajusticiado bajo el filo del hacha y expuesto ante los ojos de una audiencia con ganas de sangre reunida en la plaza central. Pero no grita para suplicar clemencia o pedir perdón, sino para mostrar su hastío después del suceso que no debería haber trascendido. El término “Riot act” en el ámbito legal significa “Ley de orden público”, pero Elvis, como buen aficionado a los juegos de palabras, también lo empleó con un significado coloquial que equivaldría a “podéis cantarme las cuarenta”.

Lo que no tuvieron en cuenta aquellos que le cantaron las cuarenta fue que él formaba parte del movimiento Rock Against Racism, ¿cómo podía ser catalogado como racista alguien que participaba en un movimiento precisamente contra eso? Pero por otro lado, lo que Elvis Costello aprendió fue que aquel personaje de gafas de pasta guerrillero y provocador que había creado se le podía volver en su contra. Y también que el alcohol no es un buen compañero en una conversación.

sábado, 7 de septiembre de 2013

ELVIS COSTELLO IN AMOEBA

Este registro resulta revelador , un Costello maduro que sigue disfrutando del aprendizaje en la asimilación de la música tradicional americana y que deja la impronta de un músico total lanzado a la excelencia ; alejado siempre de la turbias aguas de la tacañería creativa asistimos hoy a un fino estilista de evolución todavía ascendente ; su deseo de aprender y disfrutar de forma siempre deshinbida de todas las formas de música popular lo convierten en un intuitivo arqueólogo musical que asimila sus corrientes sin perder nunca , nunca , su radical idiosincrasia , su punzante personalidad . Este pase en el Amoeba es un acto valiente , que en su escueta y perfecta instrumentación deja en el aire de ese enorme recinto abarrotado de discos - nuestros espacios físicos favoritos- la emoción de la música bien hecha ; la sutil complicidad de un virtuoso Jim Lauderdale y el barniz de la mandolina ( el anclaje , la raíz, el orígen que nos da sentido ) que aporta Mike Compton hace que este documento consiga ese espíritu integrador que lo inspira ; momentos memorables , muchos , cada cual fijará su retina y oído según su preferencia ; yo me quedo con la sensación de que transita en las tres temporalidades , pasado , presente y futuro que hacen de Elvis Costello un ARTISTA TOTAL , aunque tan sólo por motivos higiénicos sentimentales señalo la lejana y desenfadada Blame It On Cain y la versión de Not Fade Away de mi adorado Buddy Holly con la que finaliza este esclarecedor set que escucho tantas veces en privado como sano refugio a tanto simulacro que anda suelto por ahí . Enjoy.

domingo, 1 de septiembre de 2013

SAM & DAVE & BOSS & MaCMANUS

Qué mejor manera de atizarle a una mañana dominguera que con la conocida y vivaracha versión del Godglasses del clásico de Sam & Dave en directo y a toda candela (y seguimos la estela del anterior posteo, de paso). Además con las tablas del grandioso Don Bruno Primaveras a sumar y, con ello, para qué más... Y qué bien que se lo pasan los puñeteros, claro.

Y para rematar la faena, en cuanto a versiones del enorme "Get happy !!", ahí queda eso también: